
El Chico De La Cazadora Vaquera esperaba como cada día en el tren que le llevaría a la facultad de ciencias. No tardó mucho en llegar. Al subir al vagón, reconoció algunas caras que le eran familiares, pero, instintivamente, él buscó una “especial”. Miro a un lado y a otro y… allí, como siempre, estaba Ella. La Joven De La Mirada Perdida. Tal y como la esperaba, sumida en un libro de paginas amarillentas. De esos que transcurren en mundos lejanos y cuentan melancólicas historias de amor. La primera vez que la vio quedó cautivado por su extraña belleza, resaltada por una mirada indescriptible, insostenible, para el Chico De La Cazadora Vaquera.
Siempre intentaba sentarse frente a Ella, esperando que cualquier día, por cualquier motivo, se iniciara una conversación entre ambos que derivara en una irrefrenable pasión que durara eternamente desafiando las barreras del tiempo…
La Chica de la Mirada Perdida levantó la vista por un momento, volviendo a la realidad. Echó una ojeada al vagón. Un chico, sentado frente a ella, bajó la mirada, como si buscara algo en la carpeta que llevaba entre las manos. A la derecha del chico había una Mujer De Aspecto Impecable. Debe ser alguna empresaria importante, pensó. O la secretaria de algún empresario importante. No sabía si querría parecerse a aquella Mujer en el futuro. “Seguramente habrá dejado a sus hijos en casa o en el colegio, y ahora se enfrenta a una jornada de duro trabajo. Comerá en algún lugar cerca de su oficina y llegará a su casa por la noche, justo a tiempo de prepararle la cena a su familia y de acostar a sus hijos. Después hará las tareas de la casa deseando llegar al fin de semana para tener algunas horas de descanso. ¿Cómo será mi vida cuando termine la carrera, dentro de unos años?”
La Mujer de Aspecto Impecable se encontraba nerviosa aquella mañana. Se enfrentaba a la enésima entrevista de trabajo de aquella semana. La separación de su marido había tambaleado su vida, pero no se arrepentía. Tras demasiados años engañada, de nuevo se encontraba ilusionada con su ahora incierto futuro. Acababa de dejar a su hija en el colegio. Esa era su fuerza para seguir adelante. Quería lo mejor para ella. “Ahora lo esta pasando mal. Me encantaría verla, al cabo de los años, feliz y sin preocupaciones, yendo a la universidad como esa chica de ojos pensativos de ahí enfrente”.
El Trabajador De Pelo Canoso viajaba igualmente aquella mañana en el vagón del tren de cercanías, con la desgana que provoca la rutina del trabajo sin ilusión, pero necesario para seguir adelante.
También tomaron el tren los Amigos Que Bromean. Y el Hombre Que Silba. Y la Madre Con Su Bebé En Brazos. Y el Emigrante Con Expresión De Añoranza. Y el Ejecutivo Que Prefirió No Ir En Coche. Y el Anciano Que Dormita. Y…
En unos segundos todo desaparece. Ilusiones, anhelos, sentimientos, esperanzas, sueños, razones, expectativas, preocupaciones, problemas, causas, afanes, perspectivas, amores…Vidas.
El sinsentido de no-personas acabó con ellas.
Triste mañana aquella, en Madrid.
Siempre intentaba sentarse frente a Ella, esperando que cualquier día, por cualquier motivo, se iniciara una conversación entre ambos que derivara en una irrefrenable pasión que durara eternamente desafiando las barreras del tiempo…
La Chica de la Mirada Perdida levantó la vista por un momento, volviendo a la realidad. Echó una ojeada al vagón. Un chico, sentado frente a ella, bajó la mirada, como si buscara algo en la carpeta que llevaba entre las manos. A la derecha del chico había una Mujer De Aspecto Impecable. Debe ser alguna empresaria importante, pensó. O la secretaria de algún empresario importante. No sabía si querría parecerse a aquella Mujer en el futuro. “Seguramente habrá dejado a sus hijos en casa o en el colegio, y ahora se enfrenta a una jornada de duro trabajo. Comerá en algún lugar cerca de su oficina y llegará a su casa por la noche, justo a tiempo de prepararle la cena a su familia y de acostar a sus hijos. Después hará las tareas de la casa deseando llegar al fin de semana para tener algunas horas de descanso. ¿Cómo será mi vida cuando termine la carrera, dentro de unos años?”
La Mujer de Aspecto Impecable se encontraba nerviosa aquella mañana. Se enfrentaba a la enésima entrevista de trabajo de aquella semana. La separación de su marido había tambaleado su vida, pero no se arrepentía. Tras demasiados años engañada, de nuevo se encontraba ilusionada con su ahora incierto futuro. Acababa de dejar a su hija en el colegio. Esa era su fuerza para seguir adelante. Quería lo mejor para ella. “Ahora lo esta pasando mal. Me encantaría verla, al cabo de los años, feliz y sin preocupaciones, yendo a la universidad como esa chica de ojos pensativos de ahí enfrente”.
El Trabajador De Pelo Canoso viajaba igualmente aquella mañana en el vagón del tren de cercanías, con la desgana que provoca la rutina del trabajo sin ilusión, pero necesario para seguir adelante.
También tomaron el tren los Amigos Que Bromean. Y el Hombre Que Silba. Y la Madre Con Su Bebé En Brazos. Y el Emigrante Con Expresión De Añoranza. Y el Ejecutivo Que Prefirió No Ir En Coche. Y el Anciano Que Dormita. Y…
En unos segundos todo desaparece. Ilusiones, anhelos, sentimientos, esperanzas, sueños, razones, expectativas, preocupaciones, problemas, causas, afanes, perspectivas, amores…Vidas.
El sinsentido de no-personas acabó con ellas.
Triste mañana aquella, en Madrid.
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